viernes, 17 de julio de 2009

LA VENGANZA DEL AHORCADO



El campesino Jared Selum fue ejecutado en la temible horca la madrugada deldía 15 de Junio de 19... Su dramático proceso de cuatro meses culminó tras un breveperiodo de negociaciones y un juicio que, a fin de cuentas, no sirvió para probar sutan peleada inocencia. Su penuria había iniciado ocho meses antes, cuando el cuerpo acuchillado delterrateniente Wallace fue encontrado a orillas del pueblo Hallert por la policía.La saña con que fueron infringidas las heridas encontradas en el cuerpo del hombre,hizo pensar a los agentes que a Wallace le había asesinado alguna clase dedemente...o alguien con quién tuviera viejos y grandes rencores. Pronto, lassospechas recayeron sobre dos personas: Reth Zader, antiguo socio del terrateniente,acusado de robo por este y condenado a pasar seis años en prisión; y el pobrecampesino Selum, de quien Wallace se había aprovechado antiguamente, despojándolo desus tierras. Ambos tenían motivos para asesinar al terrateniente, y ambos conocíansus movimientos y negocios. Por ello, a nadie sorprendió el hecho de que fueranaprehendidos como principales sospechosos. Los interrogatorios –como según afirmarían los agentes del orden tiempo después-fueron de los más confusos y peculiares. Zader, astuto, se veía seguro y contestabaa todas las preguntas de forma clara y tranquila. Afirmaba encontrarse muy lejosdel lugar del asesinato cuando éste se realizó, y que (a pesar de sus dudososantecedentes penales) sería incapaz de matar a un ser humano, y mucho menos a su“viejo amigo” Wallace. Su tranquilidad aminoró las sospechas de la policía y logródespejar ligeramente la suspicacia. Respecto a Selum, se tuvo una opinión completamente opuesta a la del comerciante. Elcampesino hablaba nerviosamente, y estrujaba sus manos sudorosas con fuerza. Suspalabras denotaban un profundo odio y rencor hacia Wallace. Lo identificaba como elprincipal culpable de su ruina y pobreza, mientras que les deseaba dolor ysufrimiento a los familiares del hombre. A pesar de todo, negó haber asesinado alterrateniente, dando como argumento el hecho de que, efectivamente, lo odiaba, peroera un hombre cuya fe y convicciones religiosas le impedían realizar dicho acto. Su nerviosismo podía explicarse. El simple hecho de estar en medio de uinterrogatorio de la policía podía crisparle los nervios a algunos hombres –losagentes recordaron anécdotas sobre ello-, pero su actitud y apariencia los hizodudar. La forma de vestir de un campesino siempre es bastante simple, y la de Selumno era una excepción. De mirada recia y dominante, el sujeto de rostro frío y manoscurtidas por la tierra del campo, a simple vista aparentaba un tipo fuerte ysalvaje....pero al escuchar su voz débil y temblorosa, denotaba una personalidadnerviosa e impresionable. Se realizaron las investigaciones, y el humilde Selum fue el principal sospechoso, afin de cuentas. A esto siguieron cuatro meses de juicio; pero todo fue tristementeinútil: un inocente más murió en la despiadada horca. Se dio por cerrado el caso ynadie recordó más al pobre campesino que un día pasara bajo la sombra del verdugo yse balanceara agónicamente en la temible cuerda de la muerte. No obstante, ytambién, nadie estaba lo suficientemente preparado para lo que ocurriría tiempodespués...IILa noche del siguiente 15 de Junio quedó en la memoria de todo Hallert como la mássiniestro y terrorífico que el pueblo hubiese visto en toda su historia, a causa delos terribles acontecimientos acaecidos en ella. Esa noche, el comerciante Zader se revolvía temeroso e inquieto en su camastro.Desde mucho, en sus sueños, contemplaba la fantasmal y carcomida imagen delcampesino Selum, quién le sonreía y señalaba macabramente. La visión era acompañadade un gutural sonido, semejante a un chasquido animal y profano, mientras que la vozdel muerto se dejaba oír en todo su esplendor. Zader nunca pudo ver más de aquellossueños, pues su indescriptible horror le hacía despertar, temblando y bañado desudor frío y pegajoso. El hombre trató de justificar sus peculiares temores con razones lógicas y obvias.Era ya un año desde la ejecución de Selum, el “presunto” asesino de Wallace, peroquien en realidad había sido inocente de todo crimen. Tomó como algo absolutamentenatural a sus pesadillas...tal vez el recuerdo de su muerte lo hacía sentirseculpable. Después de todo, tenía ya dos víctimas en su conciencia...Zader dejó escapar una risa estúpida de alivio, y dio un ligero masaje a su cuello.Doce lentas campanadas, provenientes del chapitel de una iglesia lejana, resonaronen los oídos del hombre. La medianoche envolvió al pueblo dormido, con su fantasmaly mística oscuridad. Los sonidos de la noche sonaron más fuertes, acentuados; y elcontinuo aullar de los perros viajó a través del helado y silbante aire nocturno.Había calma…los minutos corrían lentamente.Zader –ya incorporado- observaba por la ventana el calmado paisaje que representabala calle, vacía y silenciosa. Estiró su mano y tomó una botella de whisky quedescansaba sobre una mesa. La abrió rápidamente y bebió algunos tragos. El vientomecía las ramas de los árboles cuando decidió abrir de par en par la ventana de suhabitación y sentir esa brizna fresca del verano. Sintió calma al pasar el licor porsu garganta y estirar los brazos para desperezarse cómodamente. Apoyó su rostro ensu mano derecha, sin prisa, calmada y perezosamente. Los faroles de la calle sehabían fundido días atrás, dejando sin luz mercurial a las rústicas viviendas delpequeño barrio. Este adjetivo era bastante acertado: la extensión del vecindario deZader era muy poca y en raras ocasiones podía verse a algún transeúnte paseando, y,claro esta, mucho menos durante la noche. Zader, casi adormilado por el alcohol,dejó caer la cabeza sobre el pecho, cuando creyó escuchar un sonido macabro que leresultó horriblemente familiar: una extraña y peculiar sucesión de chasquillosguturales. La botella resbaló de su mano y fue a dar al suelo, donde estalló,derramando el whisky por todos lados. Sintió un escalofrío y subió la cabeza paraobservar por la ventana abierta. La calle permanecía igual que antes; solitaria, sinuna sola alma. Más sin embargo, aquellos horripilantes chasquidos seguíanescuchándose. Sí, a Zader no le quedó duda alguna...eran los mismos chasquidos que,durante diez noches, escucharía incesantemente en lo más profundo de sus sueños. El hombre respiró con dificultad y aguzó la vista. La oscuridad, negra y espesacomo un manto, lo cubría todo. Únicamente la luna alumbraba con su débil luzblancosa a los tejados de algunas casas. El sonido aumentaba de forma considerable.Zader creyó escucharlo a pocos metros de él, resonando cruelmente y avanzando conlentitud. Presa del pánico, dejó escapar un sollozo patético y lastimero cuando a lo lejos,iluminado por un rayo de luz lunar, distinguió a la misteriosa figura que emitía lossonidos. Caminando lentamente, un hombre de vestimenta blanca y manchada, se dirigíahacia la ventana desde la cual observaba el comerciante. El individuo, alto y extremadamente delgado, llevaba en la mano derecha una manta carcomida y andrajosa, teñida con manchas de color tierra. Poco a poco, la misteriosa figura avanzaba, y asu paso los chasquidos subían de tono, hasta volverse cacofónicos e insoportables. Zader, llorando cobardemente, intentó alejarse de la ventana, pero estabainmovilizado por completo. La luna brilló con intensidad momentáneamente, bañandocon su luz al sujeto. Fue en ese momento cuando Zader creyó enloquecer de horror.Frente a él, una visión espantosa, horrenda, le sonreía burlonamente. De pielputrefacta y rostro descarnado, el ser aullaba de forma espectral y demoníaca. Eseengendro de la noche, cuyos miembros secos y cadavéricos brillaban nauseabundamentebajo la luz nocturna, alargó los brazos en busca del tembloroso comerciante,mientras en sus ojos huecos brillaba una ansiosa luz fosforescente de triunfoconsumado...IIIAl día siguiente, los agentes policíacos del pueblo de Hallert no lograbandeterminar que cosa era más horrenda: La brutal forma en que el comerciante RethZader había sido muerto la noche anterior o la expresión que tenía este en surostro. Zader había sido ahorcado en la rama de un árbol, con una soga vieja yrasposa. Sus pies y manos fueron salvajemente arrancados y esparcidos por losalrededores, junto con numerosas machas de sangre que el asesino marcó sádicamente.El pecho, completamente rasgado, aún goteaba sangre, roja y caliente.Su rostro –lo más horrible del macabro conjunto- causó una fuerte impresión en lapolicía. Los músculos de la cara estaban contraídos en una mueca de horrorindefinible, como de alguien que contempló una visión aterradora antes de morir…A pesar de la magnitud del caso, por una extraña razón fue cerrado ante laadmiración pública. Existió un motivo para que los agentes desistieran en susinvestigaciones...un motivo que se mantuvo en secreto bajo la más estrictaconfidencialidad. La policía de Hallert no es supersticiosa, ni mucho menoscreyente de hechos fantasmales y demoníacos. Pero lo que encontraron en elcementerio del viejo páramo fue motivo de una larga serie de conmoción y debates:El reporte de una tumba violada movilizó a un par de agentes, quienes se llevaron una macabra sorpresa. El osario era aquél donde reposaban los retos del infelizcampesino Selum, muerto en la horca un año antes. Había tierra porosa por todoslados, y la tapa del ataúd de madera apareció completamente rota y astillada. Más loque provocó que aquellos hombres huyeran aterrados del cementerio fue la visión delputrefacto cadáver...porque allí, en el fondo de la impía caja sepulcral, elasqueroso cuerpo sostenía fuertemente entre sus cadavéricas manos, lo que parecíauna pierna humana, burdamente arrancada a partir de la rodilla y todavía sangrante.Y en su horripilante boca, vagaba una mueca de risa, propia de alguien que hacumplido su añorada venganza...

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